El inminente desarrollo de la cura contra el COVID-19 impone un desafío global a la ciencia para encontrar y vacunar a los difusores silenciosos de la enfermedad.
El reto ahora consiste en neutralizar a ese grupo que alimenta la pandemia que cada día cobra miles de muertes. Ni siquiera ellos mismos parecen estar enfermos. Para contener el virus es necesario ubicarlos, pero además es indispensable inmunizar a la población.
En la actualidad son numerosas son las vacunas que se encuentran en diversas etapas de experimentación y pruebas clínicas. Asimismo se desconoce cuáles llegarán a cumplir con los protocolos y criterios para ser probadas en la población.
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Sin embargo, los expertos aseguran que en principio la demanda superará la oferta de vacunas. Y por ello no todos podrán ser inmunizados al mismo tiempo. El reto consiste en quiénes tendrán prioridad a la hora de ser vacunados. Los difusores silenciosos figuran en los primeros lugares de la lista.
Algunos expertos sostienen que los primeros en recibir las dosis son los profesionales del área sanitaria porque están más expertos por su labor. Ellos son los que atienden a los pacientes con coronavirus. Por ello son los candidatos a estar en primera fila cuando la vacuna esté lista.
Los escurridizos difusores silenciosos
Pero el debate surge respecto al segundo grupo a inmunizar. Algunos señalan que se debe hacer un esfuerzo en vacunar a las personas de la tercera edad porque son las más frágiles. Por su condición podrían morir en caso de enfermarse. Dicen que ellos deben vacunarse junto con los médicos y las enfermeras.
Otros argumentan que se les debe dar prioridad a las personas que trabajan en los asilos. A ellos se les debe permitir estar en el primer lote.
Los epidemiólogos señalan también que se debe priorizar las áreas donde la enfermedad del coronavirus azota. Los lugares de mayores índices de contagio. No obstante, los expertos apuntan a que el desafío global radica en vacunar a los difusores silenciosos.
De acuerdo con los expertos, esos superdifusores son las personas que laboran en los supermercados o los transportistas. Ellos a cada hora tienen contacto con personas sanas.
Por su labor les resulta complicado mantener el distanciamiento social. Los difusores silenciosos son aquellos que no pueden trabajar desde sus casas y los que al mismo tiempo alimentan la pandemia.
Están allí, pero nadie sabe cómo identificarlos ni cómo evadirlos. Sólo la vacuna contra el coronavirus podrá sacarlos de circulación. Algunos especialistas señalan que están camuflados a veces entre la población latina y afroamericana que labora en tiendas de alimentos y como transportistas.
Las costosas vacunas
En el desafío global también surge el problema del costo de la vacuna, pues ello redundará en quién podrá pagarla. De esa forma se plantea la necesidad de gestionar la pandemia permitiéndoles vacunar a los difusores silenciosos.
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Se trata de personas de escasos recursos que con dificultad podrán tener acceso a las vacunas. Tal vez por ello los gobiernos tendrán que instrumentar programas masivos de vacunación.
Desactivar a esas bombas biológicas ambulantes constituye la tarea prioritaria para las autoridades. De lo contrario la pandemia permanecerá de un lado a otro y sin control.
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