El letargo permanente que experimentan algunos animales se asemeja a la hibernación que dejó la pandemia en los humanos que ahora los científicos llaman “antropausa”.
Este fenómeno jamás visto es abordado en la actualidad por un grupo de investigadores. Algunas especies como los osos transcurren el invierno dentro de sus madrigueras, pero los humanos pasan la cuarentena en sus hogares.
En un artículo publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, los autores analizan los efectos en la caída de la movilidad. Las secuelas de la paralización dejan secuelas devastadoras en la vida silvestre del planeta.
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“La reducción de la movilidad humana durante la pandemia revelará aspectos muy importantes de nuestro impacto en los animales. Dará importantes lineamientos sobre cómo compartir espacios en nuestro atiborrado planeta”, señalan los autores del estudio.
Tras el estallido de la nueva sepa de coronavirus en Wuhan, muchas naciones impusieron el confinamiento para amortiguar la propagación de la enfermedad. Los efectos inmediatos provocaron una perturbación en las sociedades. En principio la antropausa se tradujo en una reducción en la temperatura.
La repentina antropausa
No obstante, la huella global en la vida salvaje aún no está del todo clara. Existe la posibilidad de que el comportamiento de algunas especies varíe. Tampoco se sabe mucho al respecto, pues habrá que esperar.
El común de las personas suele considerar que la reducción de la movilidad trajo un impacto positivo en los animales. Aplauden que hayan ganado terreno y que reclamen sus espacios. En fin, el confinamiento se tradujo en bienestar para las especies.
Las experiencias se documentan en las redes sociales donde muestran a los animales por calles, avenidas y los vacíos centros comerciales. Los avistamientos que deja la atropausa son frecuentes en todos los continentes.
“Cuando damos un vistazo por nuestra ventana o realizamos una breve caminata por el parque, observamos que la naturaleza parece haber cambiado. En especial en los entornos urbanos. Aparentemente, no solo hay más animales de lo usual, sino que también hay algunos visitantes inesperados”, describen los autores.
Pero la pandemia también presiona a algunos animales. Las especies enfrentan desafíos impredecibles, sobre todo las que habitan cerca de los entornos urbanos. Entre ellas se encuentran las ratas, los monos y las gaviotas. Todas ellas dependen de las sobras que dejan los humanos para sobrevivir.
Hibernación humana perdurará
Por ello se observan a manadas de monos y ratas enfrentadas a muerte por un trozo de comida. El hambre arroja a estas especies a lugares nunca antes vistos. Se teme que mientras persista la pandemia y el confinamiento tales experiencias se harán cada vez frecuentes.
Los investigadores tampoco descartan un incremento en la caza furtiva de algunas especies. Todo ello derivado de la paralización económica y la crisis que deja el coronavirus en millones de personas.
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“En este momento, es imposible decir cuáles observaciones han sido exageradas en las redes sociales. Y cuáles pronósticos de los expertos sobre la respuesta de los animales a escala mundial resultarán verdaderos. Sin embargo, resulta claro que los seres humanos y la vida silvestre se han vuelto más interdependientes que nunca. Este es el momento de estudiar esta complicada relación. Se requiere urgentemente una investigación cuantitativa y científica”, señalan los investigadores de la antropausa.
La hibernación humana perdurará hasta que se erradique la pandemia y tal vez permanecerá por tiempo impredecible.