Los jóvenes brillantes con habilidades técnicas que fueron reclutados para vivir y trabajar en Oak Ridge tenían un destino especial. Les esperaba una gran misión pues participarían en un proyecto relacionado con la patria, con su América liberadora. Sin embargo no lo sabían pues la orden era mantener el secreto y trabajar duro.
Pasarían tres años para finalmente conocer el fruto de su dedicada labor secreta. Ciento cuarenta mil cadáveres de ciudadanos japoneses calcinados casi de manera instantánea era la meta. Amontonados, hinchados y parecidos a muñecos de goma, con el blanco de los ojos resaltando en sus caras quemadas. Allí estaba el fruto de su entrega ciudadana.
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El Proyecto Manhattan escogió un espacio rural casi vacío y lo transformó en una ciudad reluciente. Se construyeron casas, cines, escuelas, bancos, un hospital, teatros, piscinas, canchas de tenis y baloncesto. Allí se construyó el hábitat para los pujantes trabajadores reclutados por muchas de las compañías que trabajaban para el gobierno. Comenzaba Oak Ridge, la ciudad secreta.
La atómica Oak Ridge
De acuerdo a un artículo de Gizmodo, Oak Ridge era parte de una empresa militar secreta que abarcaba a dos ciudades más. En efecto, el Proyecto Manhattan incluía a Los Alamos en Nuevo México y Hanford/Richland en el estado de Washington.
Tras el verano de 1942, el proyecto necesitaba producir uranio-235. Un isótopo de uranio, cuyo núcleo inestable podría desencadenar una reacción en cadena de fisión y liberar gran cantidad de energía destructiva. Aquello requería de un proceso de fabricación masivo y complejo que debía mantenerse en secreto.
El este rural de Tennessee resultó ser perfecto porque, además de discreto se encontraba cerca de las plantas hidroeléctricas. Las turbinas podrían suministrar las enormes cantidades de electricidad que necesitarían las plantas. Los pocos residentes de la zona fueron desalojados y sus casas fueron demolidas. A estos pequeños agricultores se les pagaba un dinero sin decirles por qué.
Bucólica y general
En cuanto al nombre de la ciudad secreta, el gobierno pensó que Oak Ridge sonaba adecuado. “Lo suficientemente bucólica y general como para ser utilizado como un nombre encubierto para el área residencial”. Cuando las tierras estuvieron listas, comenzaron a llegar trenes repletos de equipos y materiales de construcción.
Las instalaciones atómicas estaban rodeadas de seguridad adicional. El trabajo en sí estaba dividido. La mayoría de las personas solo sabían sobre la sección en la que estaban trabajando. Solo unos pocos sabían que la misión final en Oak Ridge era ayudar a fabricar la bomba atómica.
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Para evitar que saliera información de allí, el gobierno creó un cómodo hábitat para que las familias no necesitaran salir. Había una gran cantidad de actividades de ocio. Sus residentes practicaban natación, tenis y baloncesto.
Disponían igualmente de una biblioteca, 13 supermercados, una orquesta y bailes de swing, escuelas y cine. Además de las insignias requeridas, las torres de vigilancia y la valla perimetral gigante. Oak Ridge era prácticamente como cualquier ciudad pintoresca del sur.
El fruto del trabajo
El 6 de agosto de 1945 el mundo vio los resultados de los trabajos de la ciudad secreta. Una bomba atómica que contenía uranio-235 producido allí cayó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. La cantidad de víctimas que produjo obligó la rendición de Japón.
Aquel día, la mayor sorpresa no se la llevaron los ciudadanos estadounidenses, se la llevaron la mayoría de los habitantes de Oak Ridge. Entonces supieron que habían formado parte de aquella ciudad secreta creada por el gobierno para crear la bomba atómica.
Tras la guerra, parte del complejo se convirtió en el Laboratorio Nacional Oak Ridge, dedicado a la medicina nuclear. Otra sección pasó a ser el Complejo de Seguridad Nacional Y-12, que produjo componentes para armas termonucleares.
En cuanto al complejo “residencial”, fue cedido a los civiles. Hoy, Oak Ridge vive su cotidiano acaecer de pequeña ciudad estadounidense. Tienen su iglesia, su periódico y sus recuerdos. Cuentan con el legado histórico de haber contribuido a la construcción de la mortífera arma que dejó a personas convertidas en sombras sobre el piso.
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