A Rosa Parks la veneran tanto en Estados Unidos que cada vez que estalla una revuelta racial que los negros la imploran como a una santa.
En 1955 la segregación racial permeaba todo el tejido social estadounidense, incluso el sistema de transporte. Pero un día Rosa Louise McCauley Parks se negó a ceder su puesto a una persona de raza blanca y la arrestaron.
Desde entonces la consideran como la “primera dama del movimiento de los derechos civiles”. Tras su deceso en febrero de 2013 el Congreso estadounidense develó un busto en su honor.
Ahora el ícono de los derechos civiles se convierte en la primera afroamericana en ser ubicada en el importante salón. Su estatua reposa junto a otras importantes figuras de la historia yanqui.
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Allí demócratas y republicanos se olvidaron de sus diferencias políticas para rendirle homenaje a ese símbolo. El expresidente negro Barack Obama develó la imagen.
Cuenta la historia que el conductor del autobús pidió a Rosa Parks que le cediera el puesto a un blanco y ella no aceptó. De esa manera comenzaba un sutil boicot contra el racismo en el sistema de transporte.
Ese día la “sección para los blancos” estaba repleta y a ella le correspondía pararse. Así lo dictaban las leyes del estado Alabama a mediados del siglo XX.
Derechos civiles
En aquella ocasión ella tenía 42 años. Natural de Montgomery, Alabama era hija de un carpintero y una maestra de escuela. De profesión, costurera. Se desempañaba como secretaria y ayudante en la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color.
En esa época, los negros aguantaban demasiadas humillaciones en EE.UU. y en especial en el sur. Ni siquiera se podían acercar a lugares públicos que frecuentaban los blancos.
Escuelas, restaurantes, salas de espera estaban vedados para ellos. En los baños se mostraban letreros de “sólo blancos” o, “negros no”. Las leyes Jim Crow, heredadas de la esclavitud del siglo XIX, las diseñaron para que los afroamericanos se sintieran inferiores. De esa manera los mantenían marginados del tejido social.
Sin embargo, Rosa Parks tenía claro que las cosas podían cambiar. Aquel día, el 1 de diciembre de 1955, abordó un autobús público para volver a su casa.
El gueto se trasladaba a los autobuses mediante una línea segregacionista: los blancos adelante y los negros detrás. El mecanismo señalaba que los afroamericanos debían subir, pagar al conductor. Luego bajaba de nuevo y subía otra vez, pero por la parte posterior.
Pero ella se sentó en los asientos del medio, que podían usar los negros si ningún blanco lo necesitaba. Cuando se colmó esa parte, el chofer le ordenó, junto a otros tres negros, que cedieran sus lugares a un joven blanco que acababan de subir. “Éste ni siquiera había pedido el asiento”, dijo una vez Parks en una entrevista a la BBC. Los otros dos afroamericanos se levantaron, pero ella permaneció allí como una piedra.
Rosa Parks: el símbolo
El autobusero intentó disuadirla. Debía ceder su asiento, es lo que marcaba la ley. “Voy a hacer que te arresten”, le dijo el conductor. “Puede hacerlo”, respondió ella. Cuando la policía le preguntó que por qué no se levantaba, contestó con otra pregunta: “¿Por qué todos ustedes están empujándonos por todos lados?”.
“Mientras más obedecíamos, peor nos trataban. Aquel día estaba fatigada y cansada. Harta de ceder”, señaló Rosa Parks en sus memorias. Pasó la noche en un indignante, acusada de perturbar el orden público y pagó una multa de catorce dólares.
Su decidida acción trascendió y acabó por dar voz a los movimientos por el fin de la segregación que ya habían comenzado a hacerse notar. Tras los hechos un desconocido pastor bautista llamado Martin Luther King organizó una serie de protestas contra la segregación en los autobuses públicos de Montgomery que duró 382 días.
Cerca de treinta mil afroamericanos participaron en marchas de protesta. Cuando les preguntaban cómo se sentían, algunos respondían: “Mis pies, cansados. Mi alma, ¡liberada!”.
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El caso Parks llegó a la Corte Suprema de EE.UU. El alto tribunal declaró después que la segregación era una norma contraria a la constitución estadounidense, que declara iguales a todos los individuos de la nación. Un año más tarde el gobierno abolió cualquier tipo de discriminación en los lugares públicos.