Son tenues, casi ingrávidos pero los efectos de los microrracismos no dejan de ser dolorosos y profundos. No ostentan el dramatismo de los grandes actos discriminatorios como encerrar en un ghetto a un grupo humano para luego exterminarlo. Son desaires, insultos y mensajes denigrantes basadas en el color de piel u origen étnico, sin conocer el impacto que esos mensajes generan.
De acuerdo a Deralg Wing Sue, profesor de Psicología y Educación en la Universidad de Columbia, los microrracismos “son tan sutiles que muchas veces se comentan incluso ‘con buena intención’ o sin que los involucrados se den cuenta de lo que está pasando”. Ocurren de manera tan imperceptible, que muchas veces pasan desapercibidos, casi invisibles.
Vivir con los microrracismos
Durante años Sue ha estudiado situaciones del día a día que pueden considerarse microrracistas, pero también le ha tocado vivirlas. El profesor estadounidense de origen asiático ilustra una de estas experiencias.”La gente frecuentemente se me acerca y me dice ‘doctor Sue, usted habla un inglés excelente'”.
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“Lo dicen con la intención de que sea un cumplido, pero a un nivel inconsciente me lo están diciendo porque me perciben perpetuamente como extranjero en mi propio país, como si no fuera un verdadero estadounidense”, explica Sue.
Conductas crónicas y constantes
Los estudios de Sue también mencionan otros ejemplos de los microrracismos en la vida cotidiana. Uno de ellos e consiste en asumir que un negro o un latino es un empleado del servicio. O afirmar, “no soy racista, tengo varios amigos negros”, ya que implica que quien lo dice goza de inmunidad racista solo por tener amistades negras.
“Los microrracismos son crónicos y constantes, y son el reflejo de sesgos implícitos”, dice Sue. “Son el reflejo de formas de ver el mundo en términos de superioridad e inferioridad, de normal y anormal”. Sin embargo su naturaleza ligera logra que el receptor de los microrracismos se sienta insultada sin entender la razón.
Hipersensibles o humillados
En el lado opuesto, también es posible el agresor no se percate de la ofensa. Explica Sue, que si las víctimas de los microrracismos cuestionan la conducta, pueden ser catalogadas como “hipersensibles”.
Nadie se escapa de los prejuicios
Si optan por no pronunciarse al respecto, la confusión comunicativa se acumula y provoca daños emocionales, asegura el experto. Para las personas ofendidas se convierte en una situación muy complicada en la que salen perdiendo si reclaman o si optan por el silencio.
Para el profesor de Psicología resulta muy difícil escapar a los microrracismos, debido a su profundo enraizamiento. “Ninguno es inmune a heredar los prejuicios raciales, de género y de orientación sexual de nuestra sociedad”. Aclara que muchas veces esos sesgos van más allá de los actos conscientes. De allí, que su enunciación obedezca a impulsos involuntarios.
Cultura de la victimización
Algunos críticos de Sue sostienen que su tratamiento de los microrracismos es desproporcionada y puede promover situaciones desfavorables. Según Kenneth R. Thomas, profesor emérito de psicología de la Universidad de Wisconsin–Madison, los microrracismos dificultan la espontaneidad comunicativa entre los miembros de distintos grupos raciales.
Recordatorios de discriminación
En un artículo de la Asociación Estadounidense de Psicología Thomas argumenta que la teoría de Sue “caracteriza a las personas de color como débiles y vulnerables y refuerza una cultura de la victimización”.
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Sue, sin embargo, advierte que los microrracismos impactan de manera acumulativa. “Son el recordatorio constante de una discriminación histórica, así que una simple microagresión puede ser la gota que colme el vaso”.