Robots Sociales - Cantineoqueteveonews

Tal vez un día la historia sea escrita por los robots sociales. De ser así, se referirán a sus predecesores como la generación de los riesgos. Hasta es posible que le coloquen una etiqueta a la manera humana: “Danger robots”, o algo similar. Y es que el destino de ese primer grupo de robots autónomos era abordar tareas potencialmente peligrosas. A ellos les tocó explorar las fosas marinas, los volcanes y registrar los tristes atardeceres de Marte. Y si bien sus arriesgadas tareas resultan tecnológicamente complejas, no es menos complicada la misión de la siguiente generación. Los robots sociales enfrentarán la titánica faena de encajar en la vida cotidiana de los humanos.

Ese es el futuro que avizora Brian Scassellati, profesor de la Universidad de Yale. «Los robots sociales son absolutamente el futuro. No hay duda de que ahí es donde se mueve la robótica».

Psicología para robots sociales

Pero diseñar robots que puedan interactuar con la gente es un serio desafío científico. Sus diseñadores tendrán que recurrir a la investigación psicológica para garantizar esta compleja comunicación. Áreas como la percepción, la inteligencia socio-emocional y la teoría de la mente deberán ser consideradas.

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Diseñar robots sociales es sólo la mitad de la ecuación. Hay que tener en cuenta las características que permitan ganarse la confianza de la gente. Bertram Malle, profesor de ciencias cognitivas de la Brown University sostiene que los robots deberán aprender de nosotros. Traer un robot a casa se deberá asumir como la adopción de un niño pequeño.»Necesitas un robot que se adapte, aprenda, mejore, responda y adapte sus acciones a un compañero de interacción particular», dice. «Eso es imposible sin la capacidad de aprender a través de la retroalimentación, la recompensa y la crítica».

No un algo sino un alguien

Para alcanzar ese nivel es necesario, sin embargo que las personas deseen socializar con los robots. Más que interactuar con un algo, se debería sentir como la comunicación con un alguien.

Los investigadores aún están averiguando qué hace que algo parezca más un agente autodirigido y menos una tostadora, dice Scassellati. “Hay algunos trucos visuales muy simples que podemos usar para hacer que algo parezca real». Estos trucos incluirían los ojos, la forma de moverse y las acciones que varían en respuesta a nuestro comportamiento.

Robot tramposo, ergo parece humano

Un rasgo que ha sido muy poderoso para facilitar el desempeño de los robots sociales ha sido el de engañar. La capacidad de hacer trampas y de mostrar picardía los hace ampliamente atractivos y amigables.

En un experimento, los participantes jugaron al juego piedra-papel-tijera con un robot. Mientras el robot se comportaba de manera predecible, los participantes lo trataban como una máquina. Pero cuando el robot hacía trampas para ganar, todo cambiaba. «Tan pronto como el robot hace trampa, inmediatamente pasa de ser un objeto a ser un agente. La gente hace contacto visual con él, le hablan y usan pronombres personales al referirse a él», dice Scassellati.

Si son impredecibles generan confianza

La condición humana está marcada por lo impredecible. Y este rasgo debe ser incorporado al siguiente nivel de la robótica.

Esta idea la apoya el Dr. Adam Waytz, psicólogo de la Universidad Northwestern. Sostiene que es más probable que las personas antropomorficen a un robot cuando se comporta de manera algo impredecible. «Cuando la tecnología es impredecible, motiva a la gente a darle sentido a esa tecnología. Ese sentido lleva a la gente a humanizar más al robot», dice Waytz. «No se trata de que un robot se comporte completamente al azar. Pero cierto grado de imprevisibilidad puede ser positivo para el compromiso».

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Resulta interesante todo este proceso de exploración necesario para crear las condiciones ideales de interacción. Mientras más nos acercamos a la máquina, más descubrimos como funcionan nuestros propios códigos de convivencia. Los robots sociales son también un camino hacia el hombre.

 

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