La humanidad aguarda la llegada de la vacuna contra el coronavirus para que acabe el drama, pero podría tratarse de un amargo final de película.
Ese desenlace hollywoodense está lejos de materializarse, advierten científicos que piden no alimentar falsas expectativas. Estiman incluso que la vacuna tampoco desterrará de un plumazo al mortal virus.
El imaginario colectivo puede toparse con un desastroso colofón pues persistirán los contagios. Tampoco se salvarán viadas a corto plazo.
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Hace algunas semanas dos vacunas contra el coronavirus entraron en la fase final de los testeos en humanos. Todo un récord en velocidad de desarrollo y algunos entusiastas aseguran que la cura está lista antes de fin de año. Otros políticos se suman también a ese argumento de novela que se traducirá en un amargo final.
«Me parece muy poco probable que la vacuna funcione como un botón que permita apagar una máquina”, señala Yonatan Grad, ayudante de cátedra de enfermedades infectocontagiosas e inmunología de la Universidad de Harvard.
«La vacuna no nos llevará al país maravilloso de Alicia», dijo Angela Rasmussen, viróloga en la Universidad de Columbia a The Washington Post.
Obtener una vacuna segura y efectiva solo será el principio de la batalla y no el final. Por ello los expertos consideran que llevará meses y con mayor probabilidad, años, hasta que el mundo se vuelva más seguro. Sobre todo con una vacuna que llegue a la cantidad suficiente de personas.
Advierten que las personas que se vacunen no obtendrán protección inmediata. El sistema inmunitario podría tardar semanas en movilizar los anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad.
El virus de un amargo final
Además para incrementar las defensas inmunitarias, muchas vacunas necesitarán una segunda dosis unas semanas después de la primera. La inmunidad podría ser parcial o de corta duración.
De manera adicional las personas que ameriten dosis de refuerzo podrían agotar el suministro de vacunas. Los tapabocas y el distanciamiento social serán necesarios durante mucho tiempo.
Otro escenario refiere que si la gente sigue enfermándose podría generar la impresión de que la vacuna no funciona. Es así como el amargo final comienza a hacer mella en la mente de los espectadores.
El santo remedio que la humanidad espera no es más que una ilusión y a la postre provocar decepción. Es allí que el virus se convertirá en invencible.
Desde hace algunos meses el intento de desarrollar vacunas se presenta como una competencia para ver quien llega primero. La carrera contra el coronavirus está lejos de terminar.
Los fármacos mediocres
«El escenario más realista es mucho más parecido a lo que hemos visto con el VIH/SIDA», dice Michael Kinch, experto en desarrollo e investigación de medicamentos en la Universidad de Washington.
«Si miramos para atrás, con el VIH tuvimos una primera generación de fármacos bastante mediocres. A la gente no le va a gustar esto que digo, pero siempre repito el mismo sermón: tenemos que prepararnos a la idea de que no tendremos una vacuna muy buena. Mi apuesta es que la primera generación de vacunas será mediocre», añadió.
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Toda vacuna aprobada debe demostrar ser segura y efectiva, pero eso no significa que todas den los mismos resultados. La vacuna contra el sarampión, por ejemplo, es una de las mejores: 98% de eficacia en prevención de la enfermedad. Pero la vacuna contra la gripe oscila todos los años entre el 40% y el 60% de efectividad.
Y algunas vacunas no funcionan tan bien en ciertos grupos poblacionales. Los adultos mayores, por ejemplo, tienen un sistema inmunológico más débil y necesitan una dosis especialmente fuerte de la vacuna contra la gripe, o un ingrediente extra llamado «coadyuvante».