Al tahúr Sam Rothstein, le resultaría ridículo sentarse en una mesa para jugar a tumba abierta The Hanabi Challenge.
Ni a Robert De Niro, el actor que encarnó a Rothstein en la película Casino, le bastaría con poner la cara de póker. Y es que Hanabi lleva el juego de mesa a otro nivel.
Rothstein saldría con las tablas en la cabeza cuando le toque ver las cartas de todos los demás, menos las suyas. Durante décadas los casinos han invertido impresionantes cantidades de dinero en investigación y sistemas de seguridad para revertir las bellaquerías de los tahúres.
El personaje caracterizado por De Niro sabía que para ganar a las máquinas se utilizan muchas trampas. Otro que sin proponérselo se adelantó a las truhanerías fue el diseñador de juegos francés Antoine Bauza, creador de Hanabi.
Se trata de un juego asociativo y colaborativo donde todos ganan o todos pierden. Allí no hay lugar para tramposos como los que perseguía Rothstein.
The Hanabi challenge vs máquinas
El pasatiempo de Bauza resulta complejo y apasionante. Tanto que el equipo de investigación de Inteligencia Artificial (IA) de Google Brain lo consideran un juego perfecto para entrenar a las máquinas. También los expertos de DeepMind, la compañía de inteligencia artificial inglesa escudriñan la frontera de la IA con The Hanabi Challenge.
Pero no es la primera vez que una máquina descifra la mente de un avezado jugador. En 1997 el campeón del mundo de ajedrez Gary Kasparov se enfrentó a la supercomputadora de IBM Deep Blue. El ajedrecista salió derrotado en 19 movimientos tras una estrategia de intimidación montada por IBM
Antes del match el gigante de la computación ya había cumplido su cometido. La guerra de nervios funcionó y el mejor ajedrecista del mundo se sentó con los pelos de punta. Ocurrió lo impensable en aquella época. El mundo del ajedrez quedó sacudido y el jugador ya no volvió a ser el mismo.
El director Martin Scorsese, director de la cinta que se estrenó hace 25 años, sabía que detrás de las truhanadas se dibujan desafiantes encrucijadas. Sobre el codiciado tapete y del mazo de cartas se oculta la psicología del apostador. En aquella época era terreno minado y vedado para las inteligencias de las máquinas. Hoy esa compleja intercepción es valorada con nuevos avances algorítmicos.
Máquinas y hombres
En la actualidad la IA ha sido capaz de derrotar a 10 jugadores profesionales de póker en centenares de partidas. Sin embargo, The Hanabi Challenge plantea un desafío que va mucho más allá. La IA tendrá que cooperar eficazmente con los humanos en ese juego asociativo. No podrá derrotar a los jugadores, sino colaborar con ellos, algo que resulta de ciencia ficción.
El capcioso Rothstein tal vez se preguntaría si sería un lucrativo negocio disfrazar una máquina diseñada por Google Brain y ponerla a jugar con los tahúres.
Si de alto puede presumir The Hanabi Challenge es que margina a los que tienen la etiqueta de embaucadores. Se trata de un juego colaborativo donde cada individuo interactúa con otros para llegar a una meta.