Las misas tras la pandemia sin fieles, sin agua bendita y en silencio acaban de un plumazo con ancestrales ritos de la tradición católica universal.
Las conferencias episcopales se preparan para hacer frente a los nuevos desafíos que significa el relajamiento del confinamiento. La enfermedad que nació en China pudo más que las costumbres.
Desde ya son conmovedoras las imágenes de los vacíos templos que antes lucían repletos. El Ministerio del Interior italiano giró una desoladora instrucción. Exige que los fieles deben tener al menos un metro de separación tanto frontal como lateral.
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Además a la entrada de las iglesias voluntarios vigilarán que en la fila se respete la distancia y el número máximo de fieles que pueden entrar. Es obligatorio que lleven guantes y tapabocas, algo nunca visto en la tradición católica. El acostumbrado velo que llevaban las mujeres permanecerá allí como testigo de una época.
Ritual católico diferente
A la entrada de los templos italianos colocarán dosificadores de gel desinfectante y se obligará a los feligreses a utilizarlo. También se exigirá desinfectar después de cada ceremonia la iglesia y cada objeto utilizados durante la misma. Ello incluye micrófonos o atriles. Será una tarea monumental.
Las misas tras la pandemia también cambiarán la comunión. El celebrante tendrá que desinfectar sus manos y usar guantes. La mascarilla queda implícita y debe tener sumo cuidado de no tocar las manos de los católicos.
De ahora en adelante las puertas de las iglesias tendrán que estar identificadas como entradas y salidas. Las mismas permanecerán abiertas para evitar que los feligreses puedan entrar en contacto con los picaportes.
Respecto a los tradicionales coros que entonaban los canticos católicos quedan por ahora extintos. Sólo se permitirá la presencia de un organista.
Tradición católica transformada
En medio de la misa no se permitirá la recolección de ofrendas. Los fieles depositarán en persona sus colaboraciones en contenedores especiales. Los mismos estarán colocados en sitios adecuados para evitar aglomeraciones.
Algo que impactará a los fieles católicos es que las pilas de agua bendita permanecerán secas. Tampoco se permitirá el abrazo y el intercambio del signo de la paz. Este será sustituido por algún gesto que marcarán las misas tras la pandemia. Respecto a los discapacitados, ellos tendrán que estar ubicados en lugares preferenciales junto con sus representantes.
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Tales indicaciones no sólo se dirigen a la Eucaristía, también son extensivos a matrimonios, bautizos y funerales. Además las misas tendrán que estar marcadas por un limitado aforo respecto a la capacidad de cada templo. Los sacerdotes de las iglesias tendrán que calcular y exponer en un lugar visible la cantidad de fieles que se permitirán.
Por ahora la conferencia episcopal española recomienda reducir el aforo de las iglesias en 50%. Se estima que de esa manera se procura mantener el distanciamiento social sugerido por las autoridades sanitarias. La comunión se hará en silencio, mientras menos se hable, mejor.
Cada obispo en su respectiva diócesis será el encargado de adoptar estas medidas que cambian la tradición católica.