El mundo intelectual le agradece a Byung-Chul Han el haber abandonado la metalurgia para asumir los desafíos de la filosofía. Tomando en cuenta su inteligencia, es posible que sus aportes a la metalurgia hubiesen sido significativos. Pero sus lúcidos análisis de la sociedad contemporánea han demostrado que la carrera filosófica era la elección correcta.
Ya confirmada su verdadera vocación, el pensador nacido en Seúl en 1959, optó marcharse a Alemania. Lejos de las presiones familiares, se embarcó en la aventura de estudiar literatura.
Byung-Chul Han lee con lentitud
“Yo quería estudiar literatura alemana. De filosofía no sabía nada. Supe quiénes eran Husserl y Heidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que soy un romántico, pretendía estudiar literatura, pero leía demasiado despacio, de modo que no pude hacerlo. Me pasé a la filosofía. Para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta con poder leer una página por día”.” cuenta Han.
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En 1994 se doctoró en la Universidad de Freiburg con una tesis sobre Martin Heidegger. Desde 2012 es profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Allí divide su tiempo entre sus actividades intelectuales y el cultivo de un huerto. Su radiografía de la compleja sociedad actual lo ha convertido en una suerte de filósofo viral. Sus libros contundentes y poco extensos proponen una relectura de Marx y de Foucault para analizar los males contemporáneos.
La esclavitud de los proyectos de vida
En su libro “La Sociedad del Cansancio”, el filósofo afirma que la dicotomía marxista explotador- explotado ya no posee validez. Tampoco las relaciones de poder tal como Foucault las planteó. Ahora tenemos la lógica del “tu puedes todo”, y si no puedes, has fracasado y eres culpable. Esto nos lleva a la tiranía impuesta por nuestras propias metas. Byung-Chul Han, nos convertimos en esclavos de nosotros mismos.
El fantasma que recorre el mundo es la cultura del emprendedor, la autoexigencia que deriva en depresión y cansancio. Las sociedades se erigen sobre vidas hiperestimuladas sin tiempo para el ocio ni el pensar. Además del cansancio esta condición nos hace vulnerables y sujetos casi exclusivamente a la respuesta de estímulos. No hay espacio para el pensamiento ni la toma de decisión. Es casi un abismo lo que nos arrastra.
La vida desnuda
Otro aporte a la filosofía alemana es “La Sociedad de la transparencia”, texto donde Byung-Chul Han analiza la hiperexposición. El vacío de la privacidad eliminada por las redes sociales nos impulsa a exponer nuestras existencias. Mostramos nuestras comidas y bebidas, lo que vestimos, lo que vemos en la calle, lo que sentimos. La vida desnuda y expuesta como nuevo valor de intercambio.
Hoy lo que importa es el parecer. Una condición que permita a los demás ver mi apariencia en un contexto de transparencia. De este modo se asegura que no exista espacio para el no-saber. Todos tenemos que saber todo sobre todos y por ello nos mostrarnos permanentemente. Este fenómeno anula la confianza como espacio de un no-saber. La confianza exige un no-saber. No sabemos cómo va a reaccionar el otro, ignoro lo que va a decir, pero confío en él.
Yo y los positivos como yo
En “La Expulsión de lo Distinto”, Byung-Chul Han explora el rechazo al no-yo frente a la positividad de uno mismo. Uno mismo es lo que existe, lo positivo, y el resto se rechaza. La irrupción del otro en esa esfera de positividad cuyo centro soy yo, molesta. Estamos dispuestos sin embargo, a compartir nuestra positividad con otros iguales. Allí hay protección y seguridad, en una comunidad que represente mi narcicismo e individualismo.
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Este filósofo contemporáneo que no usa smartphone ha demostrado poseer la cualidad de ser accesible. En efecto, la agudeza de su pensamiento no requiere un lenguaje rebuscado e incomprensible para el público ávido de respuestas. Esa combinación de sencillez y profundidad lo han convertido en una voz imprescindible para la disección de nuestra enrevesada realidad.