La termografía infrarroja parece anunciarse como el fin de los tiempos en los que existía la mentira. La efectividad de esta tecnología se ve tan precisa, que frente a ella, la única alternativa es la cruda verdad. Por ahora todo es entusiasmo, sobre todo si se piensa en el criminal imposibilitado de ocultar sus delitos. Pero sus alcances y aplicaciones van mucho más allá.
Además de ser un efectivo medio para detectar la falsedad del discurso, también determina emociones. La termografía infrarroja detecta la ansiedad, la depresión, gustos, frustración, afinidad ideológica o sentimientos de culpa.
Cómo funciona la termografía infrarroja
La operatividad de esta tecnología fue explicada por una investigación de la Universidad de Granada, España. Sus investigadores desarrollaron un modelo trifactorial de detección de mentiras con cámaras de infrarrojos. El proyecto pertenece al CIMCYC (Centro Mente, Cerebro y Comportamiento).
La técnica consiste en medir la radiación infrarroja reflejada por la piel humana, es decir, la temperatura de la piel. Específicamente, mide las variaciones de temperatura en zonas focalizadas del rostro ante pruebas cognitivas y emocionales. Estos cambios reflejan la interacción entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso autónomo.
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La carga mental activa el lóbulo frontal, que es la base cerebral del control mental y la toma de decisiones. Eso se asocia con subidas térmicas en la frente en el lado izquierdo y derecho de la cara. Y es lo que detectan las cámaras de infrarrojos.El nerviosismo, por su parte, está relacionado directamente con la respuesta de estrés. Esta respuesta se mide con termografía de la temperatura de la punta de la nariz.Por último, el interés por convencer se puede relacionar directamente con la subida térmica en las mejillas.
Si, en un interrogatorio, la termografía infrarroja detecta la manifestación de dos de estos tres efectos en el sujeto, entonces miente. El método ofrece un 80% de exactitud y menos del 20% de falsas alarmas.
Detectando el amor verdadero
El sentimiento de pasión eleva la activación fisiológica desencadenando una subida térmica en cara, manos y pecho. De allí que resulte sencillo para la termografía infrarroja determinar la existencia de esta manifestación amorosa.
Otras gradaciones sentimentales generan efectos específicos. Con la intimidad se produce además un efecto visceral, concretamente una bajada de temperatura en el torso, pecho y abdomen. En cuanto al calculado compromiso social, sólo produce un ligero enfriamiento en las manos.
Otras aplicaciones
Además, la termografía infrarroja permite detectar ciertos rasgos básicos de la personalidad. Extroversión, introversión, empatía y neurosis son reveladas bajo el escrutinio de la temperatura corporal. Incluso el tenor de las decisiones tomadas no se escapa al examen. Así, se puede saber si determinada opción se tomó con frialdad o de manera impulsiva.
Existen indicios de que se puede identificar si una persona ha sufrido maltrato físico o psicológico. Se puede rastrear el estrés post-traumático, las intenciones de un pederasta o una afiliación de carácter terrorista.
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Las posibilidades que se abren en este campo de cara al futuro son infinitas. Estamos ante un campo psicosomático por explorar, con aplicaciones sociales, policiales, médicas y lúdicas. No es muy volado pensar que un día, el acceso a la transparencia dependerá de una App en nuestro teléfono. Quizás algún día extrañaremos los viejos tiempos en los cuales se podía mentir con libertad.