En tiempos de coronavirus la mayoría de las actividades sufren un revés debido a la cuarentena, pero la prostitución sobrevive en el infierno del confinamiento.
Los distintos oficios intentan maneras alternativas de para mantener la distancia social. No obstante, a las trabajadoras sexuales por mucha pandemia que exista les resulta imposible evitar el contacto físico. Incluso para ellas las mascarillas constituyen un estorbo.
De manera furtiva las prostitutas hallan la forma de romper con el confinamiento. Por ello las autoridades suelen admitir que junto al negocio de las drogas, la prostitución es una actividad que se mantiene.
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Por ejemplo en Granada, España, la Policía Nacional detectó diez nuevos prostíbulos a pesar del estado de alarma. Desde que comenzaron las medidas para evitar los contagios cerraron todos los locales con fines de explotación sexual. Sin embargo, los proxenetas lograron abrir otros sitios clandestinos. La prostitución sobrevive en medio de la emergencia sanitaria.
La mayoría de las prostitutas no pueden darse el lujo de mantenerse en sus casas mientras las autoridades sanitarais intentan doblegar al coronavirus. Muchas se han saltado el infierno del confinamiento para ofrecer sus servicios.
La prostitución sobrevive a la pandemia
Casi todas ellas viven de los ingresos que obtienen en el diario devenir de su oficio. Frente a las alacenas vacías, sobrevivir es su gran desafío. Mantenerse aisladas no pueden, pues carecen de ahorros y vivir de la caridad implica acabar con su estatus.
Ahora la desgracia y la miseria amenazan a la prostitución. Por ello se arriesgan a salir a las calles exponiéndose a ser multadas y peor aún a resultar infectadas. Las autoridades en tiempos de coronavirus han detectado que las trabajadoras sexuales son descubiertas cuando salen a hacer un domicilio. Es decir, satisfacer a un cliente en su casa.
Tras ser detenidas alegan que no tienen nada en la cocina y necesitan con urgencia el dinero mientras que las ayudas públicas no se materializan. Una modalidad descubierta para burlar el infierno del confinamiento consiste en forjar permisos para salir a la calle. A veces el ojo clínico de los policías las descubre y acaba con su temeridad.
La pandemia también conduce a los trabajadores a explorar las oportunidades del teletrabajo, pero para muchas prostitutas esa no es una opción. Requieren de equipos de grabación, cuerpos envidiables y conocimientos para adentrarse en el mundo de las páginas web. El uso de guantes y tapabocas para cumplir con las normas sanitarias afecta el negocio.
Rebajas por coronavirus
De manera adicional la brutal competencia les obliga a mantenerse activas en un oficio donde la edad cuenta. Las jovencitas de la nueva generación pugnan por un lugar en el mundo de los prostíbulos. De igual forma los burdeles de carretera están cerrados. La reducida movilidad obligó a los proxenetas a apagar las luces mientras duren las medidas de aislamiento social. El infierno de la cuarentena precarizó aún más a las trabajadoras sexuales que allí atendían a sus clientes.
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Además los hombres que suelen utilizar los servicios de las prostitutas conocen la crisis generada por la pandemia. Se valen de las circunstancias para exigir rebajas, pero la prostitución sobrevive con pocos clientes. La mayoría de las prostitutas se muestran dispuestas a aceptar las rebajas.
En Francia, las asociaciones de trabajadoras sexuales solicitaron al presidente Emmanuel Macron crear un fondo de emergencia. Con esos recursos pretenden enfrentar la incertidumbre económica que acarrea el confinamiento.