La memoria de lo ocurrido en la colonia de Roanoke persiguió a Sir Walter Raleigh en todas sus expediciones. Ni siquiera los deslumbrantes atardeceres del Orinoco le hicieron olvidar el enigma de esta colonia fallida. El refinado poeta y pirata inglés creía firmemente que la reina Isabel I le daba suerte. Pero con la expedición se dio cuenta que su talismán no era infalible. Al recibir de sus manos la concesión para fundar una estratégica colonia en Norteamérica, nunca imaginó en que terminaría.
John White fue el hombre escogido por Raleigh para su proyecto. De modo que en 1587 zarpó la expedición de 117 colonos hacia los mares de Carolina del Sur.
Una vida nueva en la colonia de Roanoke
Todo parecía prometedor al principio. Los colonos desembarcaron en la isla de Roanoke el 22 de julio de 1587 y pronto se establecieron. La hija de John White, Eleanor Dare, estaba embarazada. En ese territorio conquistado dio luz a la primera niña inglesa nacida en América. Virginia Dare era su nombre y su nacimiento fue considerado una señal de esperanza y vida nueva.
Sin embargo, pronto la isla comenzó a poner en evidencia su lado oscuro. De las tribus nativas que vivían en la zona, los ingleses consiguieron establecer relaciones amistosas con los croatoan. Sin embargo, los anteriores ocupantes del lugar habían estado luchando contra las otras tribus. Estas veían con muy malos ojos a los colonizadores y los querían fuera de allí. A esto se le añadía el hecho de que las fuentes de agua dulce eran escasas en el lugar.
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Estas complicaciones llevaron a un desesperado John White a buscar ayuda a Inglaterra. Sin ella no podía garantizar el éxito de la colonia de Raonoke. Pero en Europa el panorama tampoco era sencillo. La guerra anglo-española y malas condiciones meteorológicas retrasaron por tres años la llegada de los refuerzos. Cuando White regresó a la isla encontró una inquietante sorpresa.
Ni un alma en la isla
White desembarcó el 18 de agosto de 1590, el tercer cumpleaños de su nieta, pero encontró el asentamiento desierto. En la colonia de Roanoke no había ni un alma. Los hombres de White buscaron a los colonos por todas partes. Gritaban sus nombres que solo eran respondidos por el alboroto de los pájaros.
No pudieron encontrar ningún rastro de los 90 hombres, 17 mujeres y 11 niños que había dejado atrás. No había ningún indicio de que hubiera ocurrido una lucha. Las cabañas habían sido derribadas y el ganado se había esfumado. De los pobladores sólo quedaban dos tumbas. La desoladora estampa la remataba un críptico mensaje. La palabra «Croatoan» estaba tallada en un poste del fuerte y tres letras «Cro» marcadas en un árbol cercano.
John White pensó que el grabado del poste indicaba un movimiento hacia la isla Croatoan (actualmente llamada Hatteras). Una feroz tormenta impidió que lo comprobara y tuvo que marchar llevando la inquietud a cuestas. Circunstancias adversas impidieron el envío de otros barcos para investigar el paradero de la colonia perdida. Sir Walter Raleigh sólo fue capaz de enviar otra expedición, y el mal tiempo también impidió su búsqueda.
Intentos de explicar un misterio
Desde entonces el misterio de la colonia de Roanoke ha fomentado diversas hipótesis que expliquen su fantasmal salida. Una de ellas sostiene que los colonos se dispersaron y fueron absorbidos por tribus locales. Otra, plantea es que los nativos se volvieron contra los colonos y los aniquilaron. Esta explicación, sin embargo no explica la ausencia de los cuerpos .
Excavaciones en la isla de Hatteras, lideradas por la Universidad de Brístol, parecen haber encontrado artefactos europeos. Los objetos han sido encontrados mezclados con otros indígenas. Esto confirmaría que los colonos se trasladaron a otros lugares, integrándose con las tribus de la zona. Los descubrimientos realizados no han sido concluyentes y han dejado abierta la puerta a explicaciones más bizarras.
Los nativos aseguraban que en la isla había un espíritu que transformaba en piedras y árboles a quienes lo enfadaran. Así, los árboles y las rocas que hoy vemos en el lugar guardarían las almas de los infelices ingleses.
Otra transformación se refiere a Virginia Dare, quien se dice que vivió con los nativos. Pero un conflicto de amores la transformó en un ciervo blanco que aún se aparece en la isla.
La palabra que invoca a un demonio
La palabra “croatoan” sugiere igualmente perturbadoras explicaciones. Se dice que no se refería a los indígenas, sino a una entidad demoníaca con poderes para borrar personas. Edgar Allan Poe después de haber desaparecido por unos días la pronunció en su lecho de muerte. También aparece escrita en el diario de la aviadora Amelia Earhart después de su desaparición. “Croatoan” estaba grabada en la cama donde el escritor Ambrose Bierce durmió antes de desaparecer en México.
La navaja de Ockham nos dicta que la explicación más sencilla suele ser la más probable. Igualmente cierto es que las fundaciones suelen arrastrar mitos que alumbran su imaginario. Pero frente al hallazgo de unos trozos de piezas europeos como no sucumbir al sueño. Como no imaginar a un hermoso ciervo blanco encarnando el espíritu de Virgina Dare bajo la triste luna de Roanoke.