El perro robot Unitree A1 es la consolidación de una idea filosófica del siglo XVII. El pensador y matemático francés, René Descartes afirmaba que los animales eran mecanismos, “machina animata”. Los animales son movidos tan sólo por impulsos mecánicos, por instrucciones que poseen de manera innata. Su carencia de alma, de principio vivificador los convierte en máquinas vivientes. En su famoso Discurso del Método, los describe con el prototipo de la automatización de su época: el reloj. “Sólo la naturaleza guía sus actos según la disposición de sus órganos, a la manera que un reloj, compuesto solamente de ruedas y resortes”.
El escritor checo Milan Kundera, en La Insoportable Levedad del Ser, interpreta la noción descartiana desde la falla. “Si el animal se queja, no se trata de un quejido, es el chirrido de un mecanismo que funciona mal”.
Unitree A1, una prefiguración descartiana
Cuatrocientos años más tarde, la empresa china Unitree Robotics nos ofrece Unitree A1, una machina animata en versión perrito. Después de todo este tiempo, todavía no sabemos a ciencia cierta que es el alma. No obstante, este robot cuadrúpedo al menos cumple con la atribución más cálida de los entes: la compañía.
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No se trata del Spot de Boston Dynamics quien vigila parques en Singapur y apoya labores policiales en Estados Unidos. El novelista argentino Julio Cortázar prefería los gatos a los perros porque estos últimos no trabajaban para la policía. Podemos estar tranquilos con esta versión porque Unitree A1 tampoco lo hace. Está diseñado para comportarse como amigo automático, una mascota operada por control remoto.
Las habilidades de un perro sin alma
Unitree A1 puede caminar y trotar de forma autónoma. Reconoce el entorno para esquivar objetos y puede reaccionar rápidamente a imprevistos u obstáculos. Si se suelta desde una altura pequeña puede caer de manera estable.
Además cuenta con una cámara integrada que le permite transmitir imágenes en resolución HD a un teléfono inteligente. Esta cámara le permite realizar uno de los actos más emblemáticos de los caninos: seguir al Homo Sapiens. Mediante ella, es capaz de fijar un objetivo para perseguirlo a donde se diriga. Su velocidad máxima es de 11,8 km/h. Incluye también conexiones USB para conectar el móvil, ordenadores, y diferentes periféricos. Tiene una autonomía de entre 1 y 2,5 horas, dependiendo del terreno y del peso que lleve.
Antes de la colonización española, los nativos americanos usaban a los perros como animales de carga. Unitree A1 igualmente recrea esta ancestral tarea canina pues puede llevar cargas de hasta 5 kg a sus espaldas. Su tamaño aproximado es el de un perrito. Mide 30 centímetros de ancho y 62 centímetros de largo, con un peso de algo más de 6 kilogramos.
Quién sabe si la luna
Intimida un poco el hecho que su cabeza sea una cajita inexpresiva, pero esto lo complementa con su capacidad de hacer cabriolas. .El perro robot es capaz de hacer divertidas volteretas hacia atrás. Y aunque no tiene dientes que mostrar puede involucrarse en peleas cuando se encuentra con otro A1 por la calle.
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Unitree A1 está a la venta por un precio que según sus fabricantes es menos de 10.000 dólares. Esta inversión permite contar con la compañía de un perro robot que no marca su territorio con orine. Pero que quizás como los replicantes de Blade Runner, algún día puedan establecer un vínculo con la hermosa luna llena. Y aullar de la manera secreta que solo conocen los robots para asomar un alma a pesar de Descartes.