La humanidad clama por una vacuna para derrotar al coronavirus, pero se necesitará más de una para poder cantar victoria.
En la frenética carrera en la que compiten los mejores laboratorios del mundo, todos pretenden llegar primero a la meta. Sin embargo, al final en el podio de la vacuna habrá más de un ganador.
Los expertos consideran que es necesario avanzar desde distintos flancos para encontrar la cura. Y todo ello se debe a las diversas características de nuestra respuesta inmune.
Si el paciente es incapaz de controlar de manera rápida la infección se generan una serie de eventos en cascada que trepan en el organismo. A ello se le conoce como respuesta inmune.
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Al entrar en contacto con el virus el sistema inmunitario innato entra en acción a través de los macrófagos. Pero si resulta insuficiente para desaparecer al patógeno, entonces se necesita de la ayuda del sistema inmunitario adaptativo.
Una vacuna es poco
El batallón del sistema inmunitario adaptativo o adquirido está conformado por los linfocitos. Ellos son capaces de generar anticuerpos y memoria inmunológica.
Después que el paciente supera la infección, en el organismo queda un contingente de unos 100 soldados linfocitos de memoria. Se encargan de recorrer la sangre y vigilar a los órganos para descargar de nuevo su artillería si la persona vuelve a resultar atacada por el patógeno. No le darán tregua hasta sacarlo de circulación.
Estas células de memoria mueren con la edad. Pero se acelera el proceso si la persona sufre de estrés o enfermedades crónicas.
Estas células de memoria van muriendo con la edad, más aceleradamente si la persona está sometida a estrés o a enfermedades crónicas. En los hombres existe una predominio del sistema inmune innato en niños.
Es por ello que una vacuna desarrollada contra el coronavirus resulta insuficiente. Una tendría que producir una respuesta inmune más recia en jóvenes y adultos. Mientras que otra vacuna debe resultar más efectiva en niños y ancianos.
Diversas estrategias
Mientras tanto los gigantes farmacéuticos trabajan a toda marcha en busca de la cura. Los desarrolladores utilizan diferentes estrategias para su elaboración por lo que se encuentran en distintas fases clínicas. Al menos diez de ellas son ya probadas en humanos.
Para probar la eficacia y seguridad de la vacuna, existen normas que las regula la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés).También la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con los expertos, una de las más avanzadas es la de Moderna. Se fundamenta en el ARN mensajero que produce la proteína spike (S) del SARS-CoV-2. La que le sigue los pasos es la desarrollada por la Universidad de Oxford, ChAdOx1 nCoV-19.
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Su vacuna utiliza una versión atenuada de un virus que no es dañina para el ser humano. La modificaron de manera genética para producir la proteína S del coronavirus.
Por su parte Cansino Biological desarrollando la suya mediante un virus no replicante que causa el resfriado común. Este vector transporta el gen de la proteína S de la superficie del coronavirus, con la cual se intenta provocar la respuesta inmune para combatir la infección.
Todas ellas serán necesarias. Una sola vacuna es insuficiente para atajar al coronavirus. Contar con varias de diversas especificidades permitirá salir más rápido de la pandemia.