Quienes desconocen a Magnus Hirshfelg pueden pensar erróneamente que la lucha por el reconocimiento a la identidad transgénero es un fenómeno reciente. Mucho antes de la tensión contemporánea que genera la consolidación de los derechos LGBT, algunos médicos ya construían una visión diferente. Las solidificadas construcciones sociales en torno al género comenzaban a ser cuestionadas.
Quizá el más importante pionero fue el doctor Magnus Hirschfeld, nacido hace 150 años, en 1868. Este médico médico, sexólogo judío alemán destaca como activista defensor de los derechos de los homosexuales. Para conocer su aporte, Elizabeth Heinemann, Profesora de Historia y Género de la Universidad de Iowa recoge en un artículo de The Conversation la contribución de Hirschfeld.
El pionero Magnus Hirschfeld
De acuerdo a Heinemann el activismo de Hirschfeld a principio del siglo XX, allanó el camino para el reconocimiento legal de las personas diconformes con su género. El progresista sexólogo intentó anular la ley alemana que penalizaba las relaciones entre hombres del mismo sexo, aunque finalmente no lo consiguió.
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Más allá de la homosexualidad, Magnus Hirschfeld desarrolló la teoría de la intersexualidad. Según ésta, cada persona es una combinación única e irrepetible de rasgos masculinos y femeninos en distintas proporciones.
En su opinión, todos los “intermedios sexuales”, merecían el mismo grado de reconocimiento y protección. En una ocasión, calculó que existían 46.046.721 posibles variantes de sexualidad humana. “El amor”, decía, “es tan diverso como lo son las personas”.
Investigación sexual
En 1897 creó el Comité Científico Humanitario para la defensa política de los derechos sexuales y de género. En 1919, fundó en Berlín el Instituto para la Ciencia Sexual con la intención de promover las investigaciones acerca del tema.
Magnus Hirschfeld trabajó para despenalizar las relaciones entre hombres del mismo sexo en Alemania. El proyecto de ley que buscaba descriminalizar estos actos consiguió un apoyo minoritario cuando llegó al Parlamento en 1898. Pero otro proyecto de ley devolvió la situación a sus orígenes tras la Primera Guerra Mundial.
La defensa de Hirschfeld se extendía mucho más allá de la descriminalización del sexo gay masculino. Si pasaporte interno de Alemania indicaba que su sexo era masculino pero vestían con ropa de mujer eran víctimas de acoso policial. Inclusive llegaban a ser arrestadas por desorden público.
Certificado de travesti
En 1910, Magnus Hirschfeld y un compañero lograron convencer a la policía de Berlín para que aceptasen un “certificado de travesti”. Este certificado era firmado por un doctor, para anular los cargos expuestos. Después de la Primera Guerra Mundial, logró que el poder judicial prusiano legalizara el cambio de nombres específicos de un género a otros neutrales. Esto permitía a las personas trans presentarse acorde al género que más se ajustaba a ellas.
Cuando los nazis llegaron al poder en 1933, Hirschfeld, que era judío, daba conferencias internacionales sobre la ciencia sexual. Seguía las noticias desde el extranjero cuando se enteró de que las tropas nazis habían incendiado el Instituto para la Ciencia Sexual que él mismo había fundado. Sus registros médicos, publicaciones, fotografías y utensilios únicos fueron destruidos.
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Hirschfeld falleció dos años después. Los nazis se sirvieron del material confiscado para perseguir a las personas disconformes con su género y su sexualidad en el Tercer Reich.
Las relaciones homosexuales entre hombres no fueron despenalizadas hasta 1968 en Alemania Oriental, y hasta 1969 en Alemania Occidental. La igualdad a efectos legales tuvo que esperar aún más.