La cura del virus podría estar en la hidroxicloroquina, el medicamento usado para la malaria, pero el mundo está dividido.
El fármaco que se usó en los años 50 para prevenir la mortal enfermedad lo prohibieron en algunos países. Pero en otras naciones apuestan por él para erradicar la pandemia del coronavirus.
El estudio, publicado en la revista científica The Lancet, sostiene que la hidroxicloroquina (HCQ), un derivado de la cloroquina para combatir el paludismo, no es eficaz contra el COVID-19. Además aumenta el riesgo de muerte y de arritmia cardíaca.
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Sin embargo, la metodología del análisis quedó puesta en duda por una buena parte de la comunidad científica. Los métodos de los anteriores estudios que destacaban su eficacia también habían sido criticados.
Los resultados divulgados por la prestigiosa revista condujeron a que muchos países suspendieran el uso de la hidroxicloroquina. Francia, por ejemplo, derogó la medida que permitía utilizar el fármaco para el tratamiento de pacientes graves con COVID-19.
La decisión del país galo la secundaron naciones como Italia, Egipto, Túnez, Colombia, Chile y El Salvador. La Agencia Europea de Medicamentos aconsejara sólo administrarlo en ensayos clínicos. Por su parte el gobierno alemán estima que los actuales estudios imposibilitan valorar el tratamiento. Por ello sólo permiten hacerlo en ensayos clínicos.
La cura del virus parece estar lejos mientras no se consiga una vacuna eficaz. Pero la hidroxicloroquina tiene detractores y partidarios. En Brasil, Argelia, Marruecos, Turquía, Tailandia, Portugal, Kenia y Senegal fomentan su uso.
La cura del virus en debate
“Hemos tratado miles de casos con este medicamento con mucho éxito hasta ahora. Y no hemos notado efectos indeseables”. Así declaró a la agencia AFP el doctor Mohamed Bekkat, miembro del comité científico que analiza la pandemia en Argelia.
Pero The Lancet va mucho más allá y asegura que “induce a la confusión”. La revista insiste en que “parece afectar a casos graves. “La hidroxicloroquina no sirve de nada”, dicen aunque aseguran que la molécula “es eficaz cuando se utiliza de forma precoz”.
India y Venezuela utilizan la medicina de forma preventiva. Los sanitaristas del país asiático señalan que por ahora no pueden detectar ningún efecto secundario relevante. Cuba también se vale de la vieja medicina en sus protocolos.
En Estados Unidos se permite la hidroxicloroquina en enfermos de coronavirus que se encuentren en los hospitales. Allí la Agencia de Medicamentos y Alimentación (FDA) advirtió acerca de riesgos de arritmia cardíaca.
Trump toma sus pastillitas
En ese país la hidroxicloroquina cuenta con un singular admirador. El presidente Donald Trump aseguró que la tomaba a diario.
El mandatario admitió tomó unas pastillitas durante dos semanas como prevención ante el COVID-19. Además la Casa Blanca anunció el envío a Brasil de dos millones de dosis para luchar contra el coronavirus.
Aún así el mundo sigue dividido mientras la humanidad clama por la cura del virus. Tras el artículo divulgado por The Lancet se suspendieron múltiples ensayos clínicos.
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La Organización Mundial de la Salud, el organismo que se supone el árbitro de la controversia, suspendió ensayos clínicos donde participaba. Pero en unas recientes declaraciones, su director Tedros Adhanom Ghebreyesus, precisó que la hidroxicloroquina y la cloroquina son seguras en pacientes con enfermedades autoinmunes o malaria.
Por ahora la OMS adelanta un estudio denominado Solidaridad COVID-19 con el cual evalúan las propiedades del fármaco. Mientras tanto el mundo continúa fraccionado y la cura del virus no llega.