¿Será el juego de mesa una representación primitiva de la muerte? ¿Qué hizo posible que una suerte de backgammon primitivo se convirtiera en un puente al inframundo del antiguo Egipto? Estas preguntas han surgido a partir de una versión del juego que guarda el Museo Egipcio Rosacruz de California.
Los juegos y la muerte guardan un vínculo muy estrecho en nuestra psique. Una de nuestras primeras experiencias con la muerte ocurre cuando siendo niños, jugamos a morir. Encontramos muchas referencias que unen estas dos manifestaciones. En la esencia del juego siempre respira la muerte. Después de todo el final del juego es una aniquilación. Perder significa estar fuera del tablero, dejar el escenario donde se mueven las piezas. La ruleta rusa es un juego y la Ouija también.
Una de las características más interesantes de la antigua civilización egipcia es su fascinación con la muerte. Tal vez el senet, versión original del backgammon, no pudo resistir el impulso de esta fascinación. Lo que comenzó como un pasatiempo, a lo largo de casi 2 milenios se convirtió en otra cosa. Si convirtieron a los gatos en dioses, también podían transformar un juego en un puente con el más allá.
Egipcios adictos al juego de mesa
El predecesor del backgammon fue muy popular entre los gamers del antiguo Egipto. Hace 5.000 años sus jugadores se entregaban con furor a la tarea de disputar el destino sobre un tablero.
Los egiptólogos sospechan que el senet lo jugaban dos competidores. Cada uno con cinco peones colocados en una cuadrícula de 30 cuadrados y dispuestos en tres filas de 10. Los jugadores tiraban unos dados para establecer cuantas casillas debían mover uno de sus peones en un turno determinado.
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Tal vez los egipcios de tanto contemplar el tablero mientras jugaban, comenzaron a verlo desde otra perspectiva. Tal vez se les convirtió en una especie de mancha de Rorschach donde reflejaban sus ideas de ultratumba. Y lo que eran fichas sobre un tablero pasaron a ser claves para descifrar a la muerte.
Los muertos juegan backgammon
El caso es que hace unos 4300 años, el arte funerario egipcio comenzó a representar este cambio. Ahora ilustraban a los muertos enfrascados en un juego de mesa contra amigos y parientes vivos.
El backgammon original se volvió un conducto a través del cual los muertos podían comunicarse con los vivos.
Durante el siguiente milenio, estos juegos de mesa ya habían cambiado completamente su carácter. Pasaron a reflejar el movimiento del alma a través del reino de los muertos. El tablero de backgammon abrió un pasaje hacia el resplandor de la otra vida. Y hace unos 3.300 años, hasta su conformación material había cambiado. En lugar de tres simples líneas verticales en el cuadrado, algunos tenían ahora tres pájaros jeroglíficos que los egipcios usaban para simbolizar el alma. El tablero conservó este simbolismo durante otros 800 años, hasta que el juego pasó de moda.
El viaje del alma en el tablero
Un ejemplar de este juego de mesa de ultratumba se encuentra en el Museo Egipcio Rosacruz de California.El tablero en cuestión carece de los jeroglíficos que simbolizan el alma. Sin embargo el cuadrado 27, que anteriormente presentaba una X, ahora lleva un símbolo jeroglífico para el agua. Los arqueólogos creen que esto indica algún tipo de lago o río que el alma se encontraba en su viaje.
Los tableros de Senet quizás comenzaron a tomar matices religiosos al menos 400 años antes, según los antiguos textos egipcios. Esta lenta transformación del tablero secular en religioso sigue el patrón evolutivo de los juegos. Hay épocas en que se mantienen inalterables para luego sufrir repentinos cambios.
Jelmer Eerkens, un arqueólogo de la Universidad de California sugiere que este tablero parece certificar este rápido cambio. Todo parece indicar que su diseño captura el momento en el que la muerte se sienta a mover sus fichas. Después de todo, hasta en el camino de las almas quizás también intervengan la astucia y el azar.