La desmitificación de la Wehrmacht inocente es una pieza más de la enredada relación de Alemania con su pasado. Hablar de la Segunda Guerra Mundial es para ellos tan incómodo como llevar una piña debajo del brazo. Hasta los youtubers que difunden cultura alemana advierten que ese tema no debe ser tópico de conversación. Lo pasado, pisado, parece ser el lema teutón cuando las miradas retroceden 75 años.
Pero para el historiador Haanes Leer las sombras del pasado no se difuminan con el silencio. No hay nada como la luz para espantar fantasmas. Un artículo de la DW revela en una entrevista su punto de vista respecto al escamoteado tema de las Fuerzas Armadas alemanas, la temible Wehrmacht.
Y es que Leer no se traga el cuento de las Waffen-SS malas y la Wehrmacht inocente. Un mito que surgió por dos circunstancias: el escandaloso protagonismo del Holocausto y las políticas de la Guerra Fría. Los horrores de la guerra recaen sobre las Waffen-SS que era el cuerpo de combate de élite.
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De acuerdo al historiador una cosa es recordar el Holocausto y otra es conmemorar a los diez millones de soldados que, en el frente Este, mataron a más de 26 millones de ciudadanos soviéticos. Cada alemán tenía tres, cuatro, cinco familiares que habían participado en esa matanza.
El otro punto fue la Guerra Fría. Los estadounidenses necesitaban a la Alemania occidental como aliada en la frontera con el bloque del este. El comandante en jefe de las tropas de ocupación estadounidenses, Eisenhower, determinó necesario diferenciar entre el grupo de Hitler y la Wehrmacht.
Para el líder aliado occidental los íntegros soldados alemanes no habían perdido su honor. Como consecuencia, los generales del Ejército alemán fueron liberados de las cárceles de los aliados. De allí el dicho: “Mi abuelo no hizo nada malo”. La Wehrmacht inocente.
Wehrmacht inocente pero letal
A la campaña militar del Este se le conoce como guerra de exterminio. En cambio, contra Francia, Dinamarca y Noruega no hubo una guerra de exterminio. Allí más bien se trató de ganar zonas de influencia o de anexionar territorios. Pero donde había pueblos eslavos por primera vez se llevó a cabo una guerra de exterminio.
La Unión Soviética era el centro de los Estados eslavos, cuyos habitantes eran considerados personas inferiores. Además, muchas veces se argumentó que tenían gobiernos judíos. Por eso ahí se desarrolló un modelo que tenía como objetivo exterminar a la población local.
La idea de la Wehrmacht inocente no encaja con el lema pautado de destruir al bolchevismo judío. Y, al comienzo de la campaña militar, hubo una orden fulminante que involucraba a los comisarios de policía, miembros del gobierno soviético y de la administración alemana anterior y los judíos. Todos eran enemigos del pueblo alemán y, por ende, debían ser exterminados.
La historia revela que la supuesta Wehrmacht “inocente” colaboró con las Waffen-SS y los servicios de inteligencia. Debía informar a los oficiales de estas últimas unidades sobre las acciones planificadas, para que no interfirieran con las acciones militares de las otras unidades.
Mucho antes de la persecución de los judíos en la fase de la llamada «solución final», la Wehrmacht estaba encargada de eliminar en primer lugar a la inteligencia judía. Después a todos los judíos del sexo masculino. Más tarde, también a las mujeres y a los niños.
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Este fue el Holocausto a campo abierto con carabinas y ametralladoras, a diferencia del asesinato en las cámaras de gas. De esta forma murieron unos tres millones de judíos en la Unión Soviética.
Leer afirma que la idea del la Wehrmacht inocente ignora ese otro Holocausto. Se trata de una forma asimétrica de abordar la guerra. Se recuerda una parte de la guerra porque los autores de los crímenes fueron un grupo relativamente pequeño. La otra parte no se recuerda, porque millones de familiares estuvieron involucrados.