El cruel coronavirus conduce a los gobiernos a tomar impensables decisiones cuyas secuelas afectarán a las víctimas hasta después de su muerte.
El virus atacará a los difuntos ya sus familiares más allá del sepelio. Las autoridades estadounidenses consideran la posibilidad de cavar fosas comunes en los parques públicos. El objetivo consiste en inhumar de manera temporal a los fallecidos por el COVID-19, pero en especial en la ciudad de Nueva York.
Mark Levine, presidente del Comité de Salud de la Gran dijo que se cavarán trincheras para 10 ataúdes en fila. En esa metrópoli donde se han registrado más de 10.977 muertos las fosas comunes constituyen la primera opción.
Con ello intentan evitar escenas como las Italia donde el Ejército retiraba montones de cadáveres. Sin embargo, la acción de los neoyorquinos, desata el rechazo de los familiares de los enfermos. Se oponen a la medida, pues consideran que los difuntos son sujetos de derecho.
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Distintas legislaciones reconocen la personalidad pretérita. Es decir, los muertos tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar. Por lo tanto se obliga a las autoridades a preservar y proteger las creencias religiosas de los fallecidos. Más allá de su deceso conservan el derecho a tener una sepultura digna. Pero el cruel coronavirus tomó por sorpresa a los gobiernos occidentales.
Ultraje al honor
Desde ya en algunas comunidades religiosas sostienen que sepultar a las víctimas del COVID-19 en fofas comunes constituye una afrenta, un ultraje al honor. Para los católicos los difuntos tienen el derecho a un entierro conforme a sus ritos.
Consideran que el cuerpo es sagrado y representa la sustancia física que resucitará cuando Cristo regrese. La Iglesia encomienda y autoriza a que el cuerpo del difunto descanse en la tierra y lo guarden hasta el día de la resurrección.
Por ello las exequias conforman el conjunto de ceremonias u oficios solemnes dedicados a un difunto antes, durante y después de su inhumación. Los entierros colectivos menoscaban los derechos de los católicos. Recuerdan en horror y el terror del nazismo.
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En Irán se adelantaron a la iniciativa adoptada por Nueva York y ordenó levantar fosas comunes para los fallecidos por el coronavirus. Al menos así lo revelan imágenes satelitales divulgadas por algunos medios.
Cruel coronavirus
En Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil también cavaron centenares de fosas comunes. Las autoridades admitieron que para evitar la propagación del cruel coronavirus redujeron los entierros a un máximo de diez minutos. Del mismo modo limitaron la presencia de los familiares.
Los sepultureros del mayor cementerio de Latinoamérica construyeron las fosas con máquinas excavadoras. Provistos de trajes especiales sepultan a los difuntos. Sin embargo, la enorme comunidad católica no ve con buenos ojos la medida. Consideran que se trata de un atropello al honor de las víctimas.
Lamentan que la municipalidad se convierta en cómplice de un atropello al honor de los agraviados por el COVID-19. Más allá de la muerte el virus persigue a los difuntos.
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