La Guerra Civil española, al igual que todas las guerras, nunca termina de cerrar completamente. La resonancia de los conflictos bélicos produce ecos que continúan expandiéndose por los espacios de la paz. Las voces de sus muertos no se callan del todo. Hablan, algunas con fuerza y otras son apenas un murmullo. Pero ambas poseen el mismo tono incómodo de la conciencia que roe por dentro.
Hurgar en los despojos que dejó atrás la Guerra Civil española para encontrar nuevas luces sobre lo ocurrido es parte del objetivo de las exhumaciones de 743 fosas de la guerra civil y la posguerra. Estas se realizaron entre el año 2000 y 2018 y de ellas surgieron los restos de más de 9 000 individuos.
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Alfredo González Ruibal, arqueólogo del Instituto de Ciencias de Patrimonio y Lourdes Herrasti, Investigadora en Osteoarqueología publicaron en The Conversation un artículo donde describen los hallazgos arrojados por las exhumaciones.
La Guerra Civil española revela
Aunque las exhumaciones cumplen un fin eminentemente social son, también, una actividad realizada con criterios y métodos estrictamente científicos. Y, como tal actividad científica, genera conocimiento. Esta faceta, sin embargo, es bastante menos conocida que la social. Es precisamente en ella en la que hace hincapié el artículo.
La inmensa mayoría de las exhumaciones se han llevado a cabo para recuperar los restos de represaliados republicanos. Esto no es un sesgo político. Se debe sino hecho de que los asesinados en territorio republicano fueron en su inmensa mayoría recuperados en la posguerra, con apoyo del régimen franquista. Por otro lado, también se han realizado numerosas intervenciones en fosas con restos de combatientes de ambos bandos.
Las exhumaciones nos permiten conocer mejor las identidades de las víctimas y con ello desterrar algunos mitos. Por ejemplo, la guerra se presentó como una cruzada nacional por parte de los sublevados a partir de septiembre de 1936. Lo cierto es que las medallas religiosas y los crucifijos se encuentran entre los objetos personales más comunes en las fosas con víctimas republicanas.
Entre las víctimas se contaban también religiosos, como el Padre Revilla, exhumado en Gumiel de Izán (Burgos). El crucifijo que llevaba en la mano y los restos de sotana permitieron identificarlo. El sacerdote había denunciado los abusos de los falangistas.
Guerra de clases
Se suele decir que la Guerra Civil española fue un conflicto entre hermanos. Aunque es cierto que enfrentó a familias, se trató más bien de una lucha de clases. De ello ofrecen abundantes testimonios las fosas.
Las diferencias socioeconómicas se pueden observar en los restos óseos. La altura media de las víctimas masculinas rondaba los 163 cm y la de las mujeres, 153. Una talla baja debida a la mala alimentación y a una vida muy dura. Los huesos también revelan patologías provocadas por el esfuerzo físico y dentaduras deterioradas.
Los objetos también hablan de esas diferencias de clase. De 60 víctimas de violencia revolucionaria exhumadas recientemente, dos llevaban plumas estilográficas, un símbolo de estatus. El bajo estatus social de muchos asesinados republicanos queda de manifiesto en las alpargatas de suela de caucho o neumático reutilizado.
También las mujeres
Por los informes se sabe que muchos de los asesinados por los republicanos llevaban bata, pijama, neceser, cepillo de dientes. Prueba de que los arrancaron de sus hogares en plena noche. Las exhumaciones de la Guerra Civil española también han arrojado luz sobre la violencia contra las mujeres. Sus restos suponen en torno al 4% de los individuos recuperados.
El estudio osteológico nos informa sobre las formas de asesinar. Los traumas en los huesos nos informan sobre si fusilaron a las víctimas o les dispararon un tiro en la cabeza. Igualmente, en ocasiones, sobre las torturas que les infligieron antes de morir, o si cruzaron los brazos frente al rostro, un gesto intuitivo y vano de autodefensa.
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Cuando los muertos aparecen arrojados de cualquier manera o bocabajo suele ser porque los enterraron sus asesinos. Una última humillación para sus víctimas. En torno al 24% fueron inhumados bocabajo. También era parte del castigo desvalijar a los asesinados tras su muerte. La arqueología documenta esta práctica: en muchas fosas aparecen las cadenas de los relojes pero no los propios relojes.
Las exhumaciones permiten rescatar y dignificar las vidas silenciadas por la violencia política. También conocer de forma científica el pasado. La Guerra Civil Española, continúa narrando sus historias mediante la voz silente de sus fallecidos.