Separar la verdad de los mitos es difícil saber por dónde empezar cuando se escribe sobre el extraordinario caso legal del diplomático venezolano Alex Saab y el intento de Estados Unidos de extraditarlo desde el microestado de Cabo Verde a Miami para que se enfrente a acusaciones de lavado de dinero.
Como recordatorio, Alex Saab viajaba de Venezuela a Irán el 12 de junio de 2020, mientras realizaba una Misión Especial humanitaria, cuando su avión hizo una parada para repostar en la isla caboverdiana de Sal.
ALEX SAAB: SEPARAR LA VERDAD DE LOS MITOS
Desde ese momento, parece que ambas partes han discrepado sobre casi todos los aspectos de la situación. Lo que sí se ha acordado es que el avión del Sr. Saab aterrizó en Sal el 12 de junio tras haber recibido permiso, a pesar de que el país estaba bajo un bloqueo de COVID-19, para entrar en el espacio aéreo de Cabo Verde, aterrizar y repostar.
Ambos bandos tienen opiniones muy arraigadas.
No hay un término medio; ambos bandos consideran sus posiciones como principios y a los observadores independientes se les da la opción de «estás con nosotros o contra nosotros» para decidir qué lado del argumento apoyan. Venezuela es única en el sentido de que no hay ningún otro país que atraiga tantas publicaciones mal informadas en las redes sociales, alimentadas por los desplantes de comentaristas vitriolamente partidistas que, en su mayoría, no han estado en el país en años.
«Las publicaciones en las redes sociales sobre Venezuela son un ejemplo de todo lo que está mal en la proliferación de tablones de anuncios y sitios de pseudo-noticias»
La necesidad de gratificación instantánea que se obtiene al grabar en vídeo un ataque no provocado contra un transeúnte inocente en lugar de intervenir para detener el ataque; la necesidad de publicar algo, cualquier cosa, sin importar su exactitud o el daño potencial y la creencia de que si te equivocas, no hay problema, sólo tienes que borrar y esperar la próxima oportunidad de fama, de reconocimiento.
Ambas partes utilizan las redes sociales para dar a conocer sus puntos de vista. Cada uno acusa al otro de «manipulación», «noticias falsas» y «medias verdades».
Pero lo que no debe olvidarse, por muy sensacionalista que sea la cobertura informativa, por muy grande que sea el tipo de letra con el que se escriba un determinado titular, por muy tenso que sea el vídeo en el que se apoye una noticia en horario de máxima audiencia.
Es que el caso de Alex Saab tiene que ver con el Estado de Derecho, con el cumplimiento de las obligaciones que se asumen al firmar tratados internacionales y, si se quiere figurar en la liga de las naciones civilizadas, con la aceptación de las decisiones de los órganos judiciales independientes.
LA VERDAD DE LOS MITOS
Entonces, ¿cuál es la verdad? Antes de abordar esta cuestión, también debemos aceptar que el caso de Alex Saab no estaría atrayendo la atención que tiene si no fuera por el hecho de que su extradición está siendo solicitada por Estados Unidos.
Es evidente que el asunto tiene una dimensión política que no se puede negar ni ignorar y que, si se tratara de casi cualquier otro país, el gobierno caboverdiano del primer ministro Ulisses Correia podría haber ignorado.
Más que el factor político, la detención sin precedentes por parte de uno de sus Estados miembros, que podría dar lugar a la posible extradición, de un diplomático legalmente designado que realizaba una misión diplomática está empezando a causar malestar entre la jerarquía de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), de la que forma parte la República de Cabo Verde, compuesta por quince naciones.
Los dirigentes de la CEDEAO se dan cuenta de que si una de las naciones más pequeñas del mundo actúa con una supuesta impunidad y perturba el sistema mundial establecido desde hace tiempo que rige los movimientos de los diplomáticos y los agentes políticos, lo que le ha sucedido a Alex Saab podría sucederle en el futuro a uno de sus propios diplomáticos.