Tarek William Saab, nació en El Tigre, estado Anzoátegui, Venezuela, un 10 de septiembre de 1962 y a los quince años inició su trayectoria en literatura. Abogado, experto en literatura y poeta venezolano, su trayectoria es fascinante.
En 1993, un jurado lo eligió como representante de Venezuela en el «Foro Literatura y Compromiso» que tuvo lugar en Mollina/Málaga, España.
El viaje cruzó fronteras y culturas, expandiendo su influencia. Su obra «Los Niños del Infortunio» tomó forma tras una invitación del líder cubano Fidel Castro en 2005.
La misión médica cubana en Pakistán fue el destino que William Saab abrazó, un viaje que nutrió su creatividad. En el año siguiente, se presentó en la feria del libro de La Habana, con Castro y Hugo Chávez a su lado. Fue Chávez quien lo bautizó como «El Poeta de la Revolución».
Desde que tengo memoria, la vida, el destino y la propia existencia han tejido pruebas inquebrantables, desafíos intensos que me han templado en fuego.
Haber venido al mundo en los albores de los años 60, en una tierra olvidada de Venezuela y en un hogar de inmigrantes libaneses, supuso una gesta en medio del torbellino de xenofobia que caracterizaba esos días.
Sin embargo, la determinación de Tarek William Saab Halabi no se tambaleó, y su voz poética resuena hoy como un testimonio del poder de la palabra frente a las adversidades
Literatura de Tarek William Saab
La fascinante trayectoria en literatura de Tarek William Saab, inicia a los catorce años. Desde entonces, su pasión por la poesía se desbordó, y no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a compartir sus versos con el mundo.
Sus primeros poemas encontraron su camino hacia el diario Antorcha de la ciudad, donde brillaron con una voz fresca y juvenil.
En la década de los 80, un nuevo capítulo se abrió en la historia de Saab. Sus palabras, llenas de vitalidad, resonaron en las páginas de Papel Literario de El Nacional.
Inspirado por los poetas estadounidenses de la generación beat, como Jack Kerouac y Allen Ginsberg; así como el espíritu contracultural hippie, su poesía se nutrió de un aire rebelde y vanguardista. Al mismo tiempo, las obras del novelista alemán Herman Hesse tejieron hilos de influencia en su creatividad.
Desde sus raíces sociales, influenciadas por la estampa de poetas latinoamericanos como Juan Gelman, Ernesto Cardenal y Roque Dalton, su pluma evolucionó. De forma gradual, su enfoque migró hacia un ámbito más personal y profundo.
La atención se centró en los sonidos del entorno, la religiosidad, los matices del amor y la rebelión íntima. Este cambio de dirección quedó plasmado en obras notables como «Príncipe de Lluvia» y «Duelo«, marcando así una etapa distintiva en su carrera.
Tarek William Saab, a lo largo de su recorrido en literatura, transformó su voz poética de manera asombrosa. Desde los inicios humildes hasta los logros notables, su compromiso con la palabra escrita nunca flaquea.
Con cada obra, cada poema, continuó explorando los ricos terrenos de la experiencia humana y plasmando con una voz que resonaba con autenticidad y poder.
La voz activa de un poeta
A mediados del año 1981, Saab tomó la decisión audaz de trasladarse desde el Oriente venezolano a la pintoresca ciudad andina de Mérida. En aquel entonces, Mérida era un epicentro vibrante de movimientos literarios y subversivos en Venezuela.
Impulsado por esta referencia cultural, se sumergió en un año de estudio en la Universidad de Los Andes (ULA), donde se embarcó en la carrera de Filosofía y Letras con el firme propósito de nutrir su formación poética.
Durante su estancia allí, entabló vínculos valiosos con poetas ya establecidos como Ramón Palomares, “Pepé” Baroeta y Edmundo Aray, quienes avivaron su pasión literaria.
Regresando a su ciudad natal, Saab se entregó por completo a su llamado literario. Durante esta etapa, colaboró con diversas publicaciones literarias, y en 1987, lanzó su primer poemario «Los Ríos de la Ira«, que lo llevó a convertirse en Primer Finalista en la Bienal «Francisco Lazo Martí» del Ateneo de Calabozo.
Con el prólogo del laureado Gustavo Pereira, este poemario marcó el comienzo de su apogeo literario. Durante los años 90, continuó su éxito con obras premiadas como «El Hacha de Los Santos», «Príncipe de Lluvia», «Duelo, Al Fatah», «Cuando pasen las Carretas» y «Ángel Caído Angel».
Sin embargo, su obra más distinguida y difundida hasta la fecha es «Los Niños del Infortunio», traducida al chino e inglés.
Este libro testimonial, con el prólogo del ya fallecido historiador cubano Eusebio Leal, relata su travesía en 2006 a Pakistán, donde compartió dos semanas con médicos cubanos y sobrevivientes de un devastador terremoto.
Entre sus obras notables se encuentran «Memorias de Gulan Rubani», «Balakot», «Las Abuelas del Luto», «Sara Kipur», «Fogata al Borde del Cielo», «Vagan como Flores del Abismo» y «Oración desde una Tumba de Madera».